Friday, November 09, 2007

Secuestro clínico + Policía japonesa + Consulado peruano = Indignación

A raíz de un indignante "impasse" que viví en una clínica de Isesaki hace unos días, pude comprobar personalmente que el teléfono para casos de "Emergencias" del Consulado Peruano en Tokio, no sirve para nada.

Fue poco después del medio día cuando hice una denuncia mediante un amigo traductor a la policía de Isesaki, sobre el secuestro de una recién nacida (mi hija), que minutos antes había sido sustraida de los brazos de su madre, por una enfermera en la Clínica Fukui de Isesaki.


Todo esto comenzó desde la mañana del miércoles 7 de Noviembre, cuando la administración de la clínica envía el recibo con la cuenta por los servicios prestados a mi esposa, luego de haber permanecido 6 días internada por consecuencia del parto.

El monto por parto normal sumaba 441 mil yenes, de los cuales contábamos apenas con 350 mil, porque era el precio que teníamos como referencia de otras personas que se habían atendido en dicha clínica anteriormente. Yukiko (mi esposa) le hizo saber a la enfermera que no disponíamos inmediatamente de la cantidad del dinero facturado; así que la enfermera sugirió llenar unos papeles y conseguir inmediatamente un garante para que firmara un acuerdo.

Hasta ahí todo en orden. Pero cuando llegué a la clínica para recoger a mi esposa e hija, me doy con la sorpresa de que a la recién nacida la habían apartado de su madre, para asegurarse de que no abandonemos el lugar sin hacer el pago correspondiente. Encontré entre lágrimas disimuladas a mi esposa, exponiéndome sus sospechas. Traté de calmarla y le dije que seguramente se han llevado a la bebe por alguna rutina médica.

Mientras esperabamos a la persona que sería nuestra garante, decidimos pedirle a la enfermera que por favor nos traiga a la bebe, ya que se escuchaban llantos, y como toda madre, Yukiko quería asegurarse de que todo esté bien con su hija. La enfermera nos preguntó si ya habíamos cancelado la cuenta, y luego de saber que todavía estabamos esperando a nuestra garante para que firme el formulario, nos dijo explicitamente: "Si no han pagado la cuenta, no puedo sacar a su hija... Pero no se preocupen, porque ya le dimos su leche". Lo dijo con una "agradable" sonrisa mal dibujada en el rostro, como si no supiera que con esas palabras, estaba declarando abiertamente que nuestra recién nacida hija, había sido secuestrada.

Profundamente indignado, traté de disimular para no poner nerviosa a mi esposa y le dije que se sentara mientras hacía unas llamadas telefónicas. Marqué el número de un amigo traductor para explicarle lo sucedido e hiciera la denuncia correspondiente a la policía de Isesaki. Sin embago, a la policía japonesa, que agudiza sus sentidos al ver caminar un extranjero tranquilamente por la calle, le pareció que retener a una persona de 6 días de edad como garantía de pago no era un asunto policíaco. Asi que la denuncia no fue aceptada.

Mientras todo esto sucedió, nuestra garante había llenado y firmado el formulario, y estábamos listos para pagar, hacer el arreglo administrativo y largarnos a nuestro hogar como si nada hubiera sucedido. O sea, la típica situación a la que nos vemos expuestos, cuando nuestros derechos son violentados. Simplemente le damos vuelta a la página y una nueva raya más al "tigre sin autoestima", que ha viajado tan lejos fuera de su patria para seguir siendo pisoteado.

Pero no podía permitir que esta actitud quedase impune. Tenía la seguridad de que existía una entidad que podía recoger mi demanda y ayudarme a combatir esta agresión delicuencial. Llamé al teléfono de emergencias del Consulado Peruano en Tokio, y más o menos, esta fue la conversación:

-Aló? (la persona que atiende no se identificó)
-Si, con el Consulado peruano?
-Si señor.
-Señorita, estoy en estos momentos afuera de una clínica de maternidad. Vine a recoger a mi esposa y a mi hija recién nacida....
-Señor -me interrumpió muy incomodada mi interlocutora- por favor llame al número de la oficina del Consulado, este número es sólo para emergencias.
-Pero, ¡esto es una emergencia! ¡Ud. mal ha empezado a escucharme y ya me quiere colgar!
-A ver..., dígame de qué se trata... (creo que le estaba interrumpiendo su almuerzo)
-Bla, bla, bla,... ¡y esto practicamente es un secuestro!!!
-Claro, es que seguramente piensan que Ud. no va a pagar.... (lo dijo con naturalidad, más serena, como ayudándole a entender algo obvio, a un retardado)
-¡¡¡Qué!!!... está Ud. justificando esta actitud?
-No, yo no estoy justificando lo ocurrido. Por favor dícteme su nombre, su número de teléfono, yo inmediatamente me comunicaré con el Consulado y le devolverán la llamada.
-Bla,bla,bla... espero su llamada entonces. Muchas gracias.

Si hubiera decidido esperar dicha llamada, hasta ahora estaría fuera de la clínica (4 días después). Con eso deduzco que para la oficina consular, la dignidad y la integridad de sus compatriotas son temas que se podrán resolver algún día, en algún lejano lugar, tal vez dentro de un abstracto sueño idealista de aquellos que se han creído el cuento, que porque decretaron el "Día de los peruanos en el exterior" se van a resolver nuestros problemas.

Qué ingenuidad la mía, luego de escuchar al gran invitado de la Convención Ántero Flores Aráoz decir: "Los peruanos les exigen mucho a sus consulados. Están acostumbrados a pedir mucho, y no hacen nada por resolver los problemas de su país". (para eso viene a Japón este tío?)

El señor Ántero en su discurso parecía hacerle la competencia a Melcochita y a Cantinflas, porque soltaba un chiste mientras no se dejaba entender con tantas palabras cruzadas. Y entre frases y muecas, dijo algo asi: "Además qué tanto reclaman, si Uds. no están aquí por el Perú. Están acá por sus familias, porque no envían dinero a un prójimo, sino a sus familias".

Luego, yo me pregunto: Con qué dinero viajó, se hospedó y comió el señor Antero Flores Aráoz durante su "valiosa" visita por estos lares?. Es más: Con qué dinero se financió la excluyente recepción de la Convención a la que sólo pudieron asistir unos cuantos afortunados, gracias a la invitación personal del Cónsul?. Es una pregunta que nadie saldrá a responder, por supuesto.

Terminando la historia...

Tal vez la persona que atendió el teléfono de emergencia del Consulado, se sintió inspirada por las "sabias" palabras del señor Ántero, y lógicamente, le pareció oportuno mostrarse tan ajena y carecer de empatía con un "quejón" como yo. "Estás acostumbrado a pedir y pedir, y no haces nada por resolver los problemas de tu país", seguramente pensaba en voz baja la señorita Ana María, mientras me escuchaba.

Llamé al día siguiente para saber qué había sucedido con mi demanda, y su respuesta fue:

- Señor... Yo hice presente su encargo, a la cónsul adscrita.
- Pero nadie me ha llamado hasta ahora.
- Bueno... yo no puedo resolver su problema señor- Yo ya hice mi trabajo.
- Podría decirme su nombre porfavor.
- Ana María.
- Gracias por su ayuda.

Ahora me quedo pensando...¿No será que me equivoqué de número y llamé al Consulado de un país enemigo?.¿Por qué será que la oficina consular peruana en Japón, atiende las llamadas de compatriotas con tanta cólera y asco?... (y esto que si tienes suerte, una de cada 50 llamadas es atendida).

Para concluir con la historia de miércoles... Perdón... del día miércoles 7 de noviembre, tengo que confesar que al final opté por hacer una última llamada antes de ingresar a la clínica y resolver el problema administrativo. Llamé al semanario "International Press", para contarles los detalles de la historia. A pesar que en otros artículos hice unas observaciones muy críticas a este semanario, me pareció oportuno dejar pruebas y constancia de lo sucedido. El señor Luis Alvarez atendió mi llamada con mucha cordialidad y solidaridad, prácticamente identificándose con el caso, lo cual agradezco mucho. Lamentablemente no se publicó nada al respecto en dicho semanario al día seguiente.

Reflexión final

Recuerdo al "ilustre" Ántero Flores Aráoz hablando sobre la importancia de la IDENTIDAD del Ser Humano (luego de declarar que somos unos quejones). Habría que decirle a este señor, que la única identidad a la que podemos aspirar,al paso que vamos, es la de unos arrastrados malparidos que no merecen la más mínima atención de sus "autoridades".

Hace un año atrás aproximadamente en la oficina consular, un peruanito de 1 año de edad se hizo la caca en su pañal mal puesto, y dejó caer esta olorosa sustancia por todo el recinto. Los padres de esta elocuente criatura fueron satanizados, y el señor Hector Matallana puso el grito en el cielo. No será que ese niño también fue secuestrado en una clínica y nadie acudió a su llamado de auxilio?

Tuesday, October 30, 2007

Intervención discriminatoria por parte de la policía en Tokio



El jueves pasado (18 de Oct.) viajé a Tokio en tren a visitar a uno de mis mejores amigos. Mi destino era precisamente Shinagawa, donde se ubica el muy conocido edificio de la policía de Inmigraciones. Asi es, mi buen amigo era un "ilegal", se me olvidó pedirle sus documentos antes de entablar una amistad con él. ¡Qué dificil está la situación ahora, ya no se puede confiar en los que podrían llegar a ser tus mejores amigos!

La falta de visa lo descalificó.

-¿Y era un buen trabajador?
-¡Si señor!
-¿Es honrado y respetuoso?
-Si señor, ¡es más, es honorable!
-¿Y tenía visa?
-No
-Entonces ¡que se joda!, y le damos vuelta a la página.

Asi es, el orden mundial actual descalifica a las personas por una simple falta administrativa como lo es el no tener un sello en el pasaporte. Acá en Japón a eso se le llama delito, o soberanía nacional. Sin embargo, si fuiste un presidente ladrón y genocida, traidor y cobarde, no sólo te dan instantaneamente la visa, ¿para qué? ¡¡¡si más rápido te sale la nacionalidad!!!
-¡Qué maravilla!
-¡¡¡Vamos a violar los Derechos Humanos!!!

Sarcasmos aparte, creo que desde cierto punto de vista me alegro que las personas como mi buen amigo Jesús regresen a su patria, ellos no merecen vivir con este ridículo estigma en el corazón. He sido testigo, como muchos, de todas las barbaridades que sufren los "ilegales" en este país. Viven prácticamente escondidos y estresados, como ratas que no son, muchas veces han sido perseguidos y humillados mientras que los que tenemos mejor suerte apenas miramos y, como mudos que no somos, vergonzosamente callamos.

Volviendo al viaje en tren que realicé hacia Shinagawa, antes de llegar a dicho destino tuve que hacer una escala obligatoria en la estación de Ueno para el cambio de tren, mientras caminaba entre la multitud nipona un personaje con pinta de aprendiz mafioso me enseña una placa aparentemente policial, como era la primera vez que pasaba por esa experiencia, creí que me quería vender algo. Pero lo primero que entendí es que querían que le muestre mi identificación para verificar que no soy un indeseado.... ¡¡¡ ¿ qué ? !!! sorprendido e indignado me negué a mostrarle apenas mi gesto de repudio.

-Quieres verificar que no soy un delincuente mirando mis documentos?
-Si! porque tu cara parece la de un arrastrado tercermundista que viene a mendigar trabajo que no mereces. (eso creí entender, porque no hablo japonés)
-Osea que soy sospechoso por mi rostro cholo?
-¡Si!, además porque hay una ley japonesa que dice que todos tienen que llevar su identificación cuando salen por la calle, y encima están obligados a mostrarle a la policía cuando ellos lo requieran.
-¡Pero eso es una ley para todos! acá hay miles de personas... ¿por qué a mi?
-¡Porque eres extranjero! y ni siquiera eres europeo o americano, ¿cómo quieres que te tratemos bien?.
-Bueno señor, disculpe mi existencia, aquí está mi documento.
-Sumimasen deshita!

Asi cumple su "loable servicio" la policía japonesa por las calles de Tokio. Eso es discriminación. Y tenemos la obligación de denunciar este acto delictivo a nuestras autoridades. El señor Cónsul Edgar Sánchez Gómez tiene que estar enterado de esta situación y algo se tiene que hacer al respecto.
La libre circulación es un derecho fundamental, las personas no pueden ser intervenidas por su condición racial, ni demostrar su inocencia cuando tranquilamente caminan por la calle. Señores del gobierno japonés, en el Perú nadie detiene un carro de marca nipona porque es sospechoso de genocidio como lo es Alberto Fujimori. Respetos guardan respetos, y cuando esto no sucede, pues debemos utilizar las vías legales para hacernos respetar.

Hay que recuperar la dignidad. Tenemos que denunciar toda intervención policial discriminatoria. Sabemos que muchas casas son allanadas sin permiso judicial porque se sospechan que viven ilegales. Muchos cuentan historias, tal vez ciertas o infladas, el problema es que no se pueden probar y eso convierte al delito en apenas una noticia estéril.

Todos tenemos un celular a la mano donde redactamos e-mail y fotografiamos a Fujimori cuando apareció sorpresivamente en el consulado, hasta lo utilizamos en una ocasión para denunciar a Uribe cuando se fue a rumbear.

Cuáles son nuestras prioridades como inmigrantes y como humanos? El futbol? El chisme? El miedo a represalias?... Hasta cuándo vamos a esperar que otros resuelvan nuestros problemas?. Salgamos a pasear a Tokio con libertad y sin miedo, filmemos los abusos para mostrarle a la opinión pública lo que nos sucede. No somos ratas para escondernos amedrentados del raticida policial, no dejemos que nos dividan las reflexiones hipócritas como: ¿quién tiene derecho a trabajar acá y quién no?!...
Todos hemos venido en busca de una mejor vida. Algunos con mejor educación que otros, con mejores modales que otros, pero al final de cuentas pertenecemos a la misma familia.

Muy bien amigo Jesús, el Perú te espera y está agradecido por el gran esfuerzo que hiciste partiendo de tu tierra querida por el bienestar de tu familia. Regresa con la frente en alto como todos queremos regresar algún día.

¡Un fuerte abrazo!

Ensangrentado y sufrido Cristo

A pesar de tantas plegarias en el mes morado de cada año, el Perú sigue sumergido en el olvido divino. Miles de fieles salen acompañando al ensangrentado y sufrido Cristo, llorando una muerte que sucedió hace dos mil años.

Hoy tenemos muertos vivientes en nuestro país que sufren a diario la indiferencia total de las autoridades eclesiásticas. Las comodidades y lujos que envuelven a los sacerdotes preferidos del Vaticano en el Perú actualmente, contarían con la desaprobación confesa del mismo Cristo en sus mejores épocas.

El Maestro Jesús criticó con su talentosa prosa a los hipócritas sacerdotes que miraban la paja en el ojo ajeno y estafaban al pueblo haciendo grandes negocios con las tradiciones judías. Ahí estaba el Hijo del Hombre frente a los poderosos "religiosos", con solemne valentía y un envidiable conocimiento. Cuando Jesús enseñaba, impartía amor y ternura, inspiraba libertad y ganas de vivir. En cambio estos ampones bíblicos de hoy, que están enquistados en el poder, han desfigurado el mensaje y pasean al nazareno cada Octubre bañado de sangre para que el pueblo se identifique con el sufrimiento y vivan en la resignación, "puesto que Cristo también sufrió, seguid el ejemplo".

Esa es la misión de Juan Luis Cipriani en el Perú, ir aterrorizando a sus seguidores, confundiéndo y manipulando sus temores. La iglesia ha secuestrado la memoria colectiva para que no recordemos su pasado diabólico, y lo que es peor, han enterrado nuestro amor por el CONOCIMIENTO, ya nadie quiere Saber.

"La Verdad os hará Libres" dijo el Mesías. Pero la actual iglesía es inconmesurablemente rica y le debe todo a la Mentira. Por lo tanto es necesario mantener a los fieles al margen de todo conocimiento que represente una amenaza para su poder.

En el Perú se manipula la historia para que la iglesia siga viva. Cuando los españoles llegaron atraídos por la riqueza del nuevo mundo, vinieron con la cruz en mano y asesinaron a millones de indígenas que adoraban al Dios Sol. Los españoles se divertían torturando, humillando y aniquilando a los nativos peruanos hasta borrar de su conciencia su identidad y obligándolos a creer en santos ajenos a su cultura. Los dominaron e impusieron sus costumbres luego de asesinar a aproximadamente 80 millones de indígenas. Fue el mayor holocausto de la historia, y sin embargo, por falta de conocimiento, somos un país católico, porque no conocemos los hechos, y porque hasta la actualidad la iglesia ha sabido mantenerse coludida con el poder y sobre todo enquistada en el Ministerio de Educación del Perú durante toda la historia republicana, para manipular y manipular, generación tras generación.

Hay mucho por estudiar para librarnos de la ignorancia que ha esclavizado mantiene esclavizados a una gran mayoría en nuestra patria.

Para terminar esta "catarsis" voy a citar parte de un interesante artículo de Herbert Mujica, respecto a los injustos y grandes privilegios que goza la iglesia católica en nuestro pobre Perú:

"La conquista del Perú no fue una historia rosa. Fue un evento cruel, anti-cristiano, codicioso y envilecido por la bajísima moral de los que arribaron. Fueron expoliadores, algunos con espada y barba y otros con sotana y también barba y algunas biblias como aquella que el Inca Atahuallpa arrojó al suelo en demostración digna de asco por un adminículo que entonces no podía comprender y mucho menos al borde de lo que fue su posterior asesinato con el garrote. De modo que desde hace varios cientos de años hay quienes entraron por la ventana, a sangre, fuego y biblia, a la historia patria. ¡Y nunca han pagado impuestos!...

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!"

Sunday, July 08, 2007

International Press: Delito de omisión

"King Burger regresa a Japón", "Kaká se enfrenta a Dunga", "Travesti roba ropa en casa de policía", "Tilsa, la miss Play Boy del Perú". Estos son algunos de los espectaculares titulares que encontramos en el supuesto medio de comunicación más importante de nuestra comunidad.
A pesar de las continuas protestas del sindicato y el apoyo moral recibido de diversos sectores hacia Tomy; la empresa "comunicadora" IPC sigue sin pronunciarse respecto a el emblemático caso "Loli Watanabe" que como muchos ya sabemos, se trata de una valiente mujer que lucha contra esta maquinaria de titulares sorprendentes, que se niega a reconocer los derechos laborales que le corresponden.
El vergonzoso silencio, no sólo de sus ex compañeros de trabajo, si no de la misma comunidad que a través de sus representantes, autoridades o voceros que muchas veces se promocionan con el autobombo para vender banalidades, evidencia que estamos en una crisis casi existencial respecto a Libertad de expresión, entre otras cosas.
Vemos que cada semana los temas a tratar son frívolos e infértiles. Por ejemplo: el estreno del Hombre Araña, La juerga de Uribe, Los goles del Real Madrid, El cumpleaños de Chita, etc... Mientras que los sueldos son cada vez más bajos y los despidos arbitrarios más recurrentes en nuestro entorno. Mientras Magaly nos cuenta su bronca con Gisela, en nuestra realidad la policía de inmigración invade casas, interviene a civiles extranjeros vulnerando normas internacionales; nuestros hijos están adictos al consumo y el video juego, la cultura es suprimida de las impresiones que llegan a nuestras manos y reemplazadas por noticias "deportivas".
Ultimamente hemos visto al nuevo Cónsul congraciarse con todos los medios enviando un mensaje homogeneo, pues habla más de lo mismo, las mismas promesas de todos los que vienen, que haciendo gala de su habilidad diplomática nos hacen creer a todos que su labor será loable, y a pesar de su ineficiencia para atender la verdadera problemática de los peruanos en Japón, se van por la puerta grande gracias a los medios que no hacen más que aplaudir y acomodarse lo más cerca al trono, imagino que para gozar de algún privilegio o beneficio.
Lo que más ha promocionado alegremente el señor Eduardo Gómez (el nuevo Cónsul), es la informatización del sistema consular para atención al público. Esto quiere decir que los trámites mayormente se podrán hacer desde una computadora, entrando a la página web oficial del consulado, sin necesidad de visitar la oficina (en estos tiempos, no contar con este sistema es un verdadero atraso). Sin embargo, a pesar de su esfuerzo por decirnos que hará algo que en realidad no requiere mayor esfuerzo que el de contratar a una empresa desarrolladora de software para que con nuestros impuestos hagan todo el trabajo, podemos verificar que la página web oficial del consulado está sin funcionar hace varios días atrás, lo cual nos deja en perfecta desorientación a todos los peruanos que quisieramos en estos momentos realizar algún tipo de trámite. Y para "empeorar mejor" las cosas, la atención por teléfono es cada más ineficiente.
Esta es la comunidad en la que vivimos actualmente, luego de tantos años, anhelos y sueños de progreso. ¿Qué podemos esperar si no sabemos cuestionar las informaciones que nos brindan los medios?
Quisiera recalcar que en todas las entrevistas al señor Eduardo Gómez, en ninguna tocan el tema de la educación, cosa que me parece casi un delito de omisión, puesto que en la buena educación yace el futuro de esta comunidad estancada en la inercia.
Nosotros, los ciudadanos de a pie, tenenemos las instituciones y autoridades que merecemos. Si queremos que un pequeño grupo de empresarios y empleados públicos manejen nuestros destinos con promesas y actitudes arrogantes pues tenemos un trabajo fácil: es sólo cuestión de permanecer callados y esconder nuestros nombres por miedo a represalias. Pero si queremos vivir en una comunidad sana y digna, donde nuestros hijos no queden desamparados y nuestros derechos laborales sean respetados, hay que cambiar la programación semanal de 8 dvds por mil yenes y organizar actividades, excursiones, conferencias, palestras, eventos realmente deportivos, y un largo etcétera. Si queremos mejorar realmente hablemos con nombre propio y apoyémonos mutuamente dejando de lado las diferencias estúpidas como el visado, apellido o nacionalidad. Si no podemos hacer que un semanario que depende de nosotros sus lectores, se pronuncie respecto al caso "Loli Watanabe", entonces simplemente no podemos hacer nada.

Tuesday, April 03, 2007

“No compren Internacional Press”

El interés de uno, contra el bienestar de todos.

El semanario que pretende aleccionar a la comunidad latina en Japón sobre conducta ética y moral, se encuentra en una batalla legal por negarse a reconocer los derechos laborales de Tomy Watanabe una ex trabajadora del IPC que asegura haber sido víctima de un despido arbitrario por parte de esta empresa cuyo presidente es el brasileño Leonard T. Murunaga.
La peruana Tomy Loli Watanabe recibe el apoyo sistemático del sindicato de trabajadores Kanagawa City Union con quienes viene realizando diversas marchas de protesta en las inmediaciones de la empresa agresora, para que su reclamo sea atendido debidamente como la ley manda.
Por supuesto muy pocos latinos estamos enterados de este acontecimiento ya que nuestra fuente informativa “líder” en el mercado de la comunicación es justamente el principal, y tal vez único interesado en que nada de esto sea de conocimiento público. Esta actitud empresarial que comienza agrediendo a una persona que formó parte de su familia, termina traicionando la confianza que sus lectores depositamos al adquirir su producto, ya que supuestamente debería mantenernos informados de este tipo de acontecimientos que envuelven un drama social, al que mayormente estamos expuestos los inmigrantes en este país.
En la página web htt://japonenespanol.com podemos encontrar mayor información al respecto. Una noticia de este portal que me llamó bastante la atención fue la marcha realizada por diversas organizaciones en las calles de Tokio que se llamó “March in March”. Más de 300 extranjeros de diferentes nacionalidades unieron sus voces para reclamar mejores condiciones laborales al parlamento. Me hubiera gustado mucho participar de este evento de gran trascendencia para los inmigrantes en Japón, pero no tuve la oportunidad de enterarme con la debida anticipación. Busqué en las páginas del semanario (que compro religiosamente todos los jueves) información al respecto, incluso en ediciones anteriores pero no encontré nada. Entré a su edición digital en la red y en su buscador interno puse las palabras “march in march”, “sindicato”, “protesta”, etc… y encontré algunas cosas interesantes pero nada tenía que ver con ese evento, es como si no hubiera existido. Tal vez esta aparente omisión de un acontecimiento tan importante para la comunidad latina, en un medio de comunicación importante como es Internacional Press, coincida con el hecho de que “March in March” fue promovida entre otras organizaciones por el sindicato Kanagawa City Union que viene protestando contra IPC por negarse a reconocer los derechos laborales de Tomy Watanabe.
Vemos como los intereses de toda una comunidad son sometidos y menospreciados por los intereses de una empresa privada que vende noticias y opiniones selectivas vulnerando nuestro derecho a la información.
Una propuesta salomónica a este problema es “No compren Internacional Press”, frase escuchada y sugerida entre las protestas del sindicato, propaladas en un video del portal Japón en Español. No comprar productos de esta empresa es una muestra de solidaridad con Tomy Watanabe, a la que me uno a partir de ahora, hasta que los señores del semanario se dignen a atender la petición de esta valiente mujer, y nos den una explicación con la verdad a todos sus fieles lectores.

Wednesday, March 21, 2007

Indocumentados: Lucha por la igualdad

Es irónico que los inmigrantes indocumentados en Japón, que llevan varios años coleccionando las peores experiencias de abusos laborales y maltratos sociales, sean los que mejor beneficien a un gran sector empresarial que enriquece su patrimonio explotando las necesidades de estos.

Los trabajos más pesados y sucios en las fábricas siempre son destinados a los inmigrantes. Sin embargo, existen labores que nadie quiere realizar por ser demasiado fuertes o tóxicos, y es ahí donde el ilegal encuentra un refugio a pesar de las precarias condiciones en las que se les ofrece.

La mano de obra barata es el sueño que ven cumplido las grandes empresas trasnacionales gracias a la migración de millones de individuos tercermundistas. Los gobiernos saben perfectamente que el inmigrante es vital para el desarrollo de su economía, y que los ilegales cumplen un papel fundamental en este sucio juego donde el que lleva la peor parte siempre es el indocumentado.

Lo que debemos tener presente a toda hora, es que un individuo a pesar de estar indocumentado lleva inherente en su propia existencia sus derechos fundamentales, independientemente del lugar donde se encuentre. El no poseer un sello en el pasaporte no convierte a las personas en animales o entidades fantasmas que carecen de derechos que deben de ser respetados por todos. Sin embargo muchos hemos sido testigos de cómo las propias autoridades ejercen el maltrato y la discriminación sistemáticamente, intimidando con actos agresivos a todo aquel que tiene rostro tercermundista. Actos de hipocresía descomunal promovidas por intereses empresariales o electorales perpetran persecuciones y caserías de personas indocumentadas a vista y paciencia de una sociedad llena de indiferencia y perjuicios contra todo lo que se ve diferente. Todos ganan con los indocumentados, los contratistas, las fábricas, el gobierno, la policía, la mafia organizada, los abogados, las oficinas consulares, y un largo etcétera. Pero cuando llega la temporada de casería, el ilegal se encuentra solo y desprotegido, huye por los arrozales como culebra, por los drenajes como rata, por los techos y ventanas como delincuente, cambia de forma y se mimetiza instantáneamente para no ser visto, pero al final es denigrantemente capturado mientras que la mafia al otro lado de esta isla desembarca un nuevo lote de indocumentados para reemplazar a los desdichados.
En el proceso de deportación, la policía de inmigraciones no pone el más mínimo empeño en investigar a fondo las organizaciones que trafican con ilegales, el gobierno no investiga a los contratistas ni a las fábricas que contratan ilegales ni mucho menos las sancionan ejemplarmente, evidenciando con esto una especie de “Hipocresía de Estado” respecto a este tema.

Es una época difícil en donde el individuo con mano de obra no calificada, compite no sólo contra las máquinas robotizadas que producen a una velocidad imposible de igualar, sino que también tiene que hacer frente a la reducción de salarios, beneficios y diversos derechos laborales. Más horas de trabajo por menos salario, mientras el costo de vida sube y nadie tiene tiempo de reclamar sus derechos perdidos. Los medios de comunicación se vuelven los voceros de consumismo y entretienen con noticias absurdas aletargando el pensamiento de la colectividad para obtener diversos privilegios de los poderosos, incluso critican y menosprecian a las personas que hacen uso de su libertad de expresión en los diversos foros de internet o blogs personales, puesto que ellos sueñan con mundo sumiso y de pensamiento único fácil de manipular y explotar. Los dueños de estos medios de comunicación podrían estar presos purgando condena según Marco Aurelio De Negri que dice: “Embrutecer debería de ser un delito”.

El inmigrante bien informado y organizado puede obtener grandes logros rompiendo el silencio, compartiendo experiencias y denunciando cada maltrato por pequeño e insignificante que parezca. El consulado tiene entre sus funciones proteger los derechos fundamentales de sus ciudadanos en el país que se encuentren. Sin embargo son escasas las quejas o denuncias formalizadas en las oficinas consulares. Esto se debe a diversos motivos entre los cuales pueden destacar más la falta de tiempo, la poca confianza que se le tiene a esta entidad pública, y sobre todo a la ausencia de información al respecto. La mayoría piensa que el consulado existe solo para trámites y legalización de documentos, pero esto no es así. Lamentablemente nadie se esmera en divulgar y resaltar la importancia de mantener una fluida relación con nuestros consulados para exigirles que hagan respetar nuestros derechos como individuos, entre otras cosas, porque si la ciudadanía no actúa nuestras autoridades mucho menos.

Es ridículo hasta el espanto que por el hecho de no tener visa en Japón, una persona no tenga acceso a la salud, a la educación, y a un trabajo digno. Esto desobedece abiertamente la Declaración Universal de Los Derechos Humanos. Es un escándalo que esto suceda en un país que se ufana de su poderío económico, pero que no se avergüenza de su carencia de principios y de prioridades humanitarias.

En los Estados Unidos los inmigrantes han sabido conquistar muchos derechos independientemente de su visado. En varios estados un inmigrante ilegal puede tener licencia de conducir, seguro médico de salud, educación en universidades públicas, además, ser un ilegal en EEUU no es un delito, y con todos estos logros obtenidos los inmigrantes siguen luchando por mejores condiciones laborales, etc.

Estar divididos por diversos motivos es lo que nos hace débiles a los inmigrantes. Creer que existe una diferencia entre legales e ilegales equivale a pensar que algunas personas tienen más derecho que otras a un trabajo digno y a un trato humano. Es tiempo de consolidar una sola fuerza que nos permita ver más allá de las banales diferencias. Un demócrata Norte Americano dijo:"La libertad sin igualdad es una hermosa palabra de claros acentos pero de escuálidos resultados." Luchar por la igualdad es una tarea de todos.

Monday, March 12, 2007

La valla de la vergüenza

Documental de La Plataforma sobre la valla de Ceuta y Melilla, que intentan superar miles de personas, poniendo sus vidas en serio peligro, en busca de una vida mejor.

Sunday, March 11, 2007

Real Academia de la Hipocresía

Si buscamos la palabra “inmigrante” en el diccionario de la Real Academia de la Hipocresía Global (RAHIG), nos encontraremos con un espejo mágico cuya virtud es la de reflejar una realidad opuesta al sentido común. Esta venenosa ilusión muerde nuestra conciencia colectiva, de tal manera que nos hace vivir dentro de aquel macabro reflejo que miente sin ningún remordimiento y nos llena de conceptos erróneos, para vivir un camino pesado de culpas y vergüenzas que no deberíamos cargar.
Según la RAHIG, ser inmigrante es sinónimo de inferioridad, de retraso, de ineptitud, de fracaso, sospechoso de terrorismo o un potencial enemigo público en cualquiera de sus formas. Además también servimos para ser maltratados y humillados según se presenten las oportunidades. El mundo se ha infestado de inmigrantes, de tal manera que combatir la delincuencia, es ahora enarbolar la bandera contra los indeseados extranjeros tercermundistas que han salido de sus miserables tierras a invadir naciones ajenas. En pocas palabras los inmigrantes somos la lacra del mundo. Este diccionario de la globalización ha manchado nuestros rostros y nos han convertido en mercancía barata que se auto-discrimina gracias a estos conceptos falaces que van carcomiendo nuestras mentes. En el terreno de nuestro peregrinar encontramos todo tipo de depredadores al acecho que no sienten la necesidad de camuflarse para devorar nuestra dignidad, ya que cada vez reclamamos menos nuestros derechos y nos sometemos a los diversos abusos legales o laborales, siempre temerosos, dispersos y sumisos.Es cierto que estamos perdiendo la batalla gracias a nuestra inacción.
Es cierto que es difícil nadar contra la corriente y romper tantas quimeras insertadas en nuestra conciencia. Es cierto y triste, que sin ser ciegos vivimos en la oscuridad de nuestro pesimismo y no nos atrevemos a caminar erguidos con la dignidad bien puesta. Es triste la realidad, tal vez por eso nos aferramos tanto a la mentira y la banalidad…
A pesar de todo, hay un mundo nuevo que nos espera con los brazos abiertos para felicitar nuestro coraje de despertar y afrontar la realidad, un mundo cuyas puertas se abrirán cuando nos atrevamos a conquistar nuestros derechos como seres humanos, un mundo donde no exista la Real Academia de la Hipocresía y el inmigrante sea tratado con amor y respeto. Pero ese día no llegará si callamos. Hoy es cuando debemos exigir y demandar que nuestros derechos sean respetados. La realidad del inmigrante en todo el mundo es dura y conmovedora. La miseria y la falta de oportunidades que sufren nuestros países, las cuales han sido sembradas por las grandes trasnacionales y la ambición asesina y desmesurada de un grupo de poderosos, nos han obligado a millones de personas a dejar hogares, tierras, seres queridos, etc… La injusticia nos ha convertido en forasteros sospechosos e indeseados, pero debemos aclarar que todo esto tiene un origen que podemos resumir fácilmente y demuestra que los inmigrantes no somos inferiores, ni mucho menos fracasados. Los inmigrantes hemos salido al terreno del enemigo a hacerle frente, a infiltrarnos en su economía y enviar pequeñas riquezas a nuestros países, estamos haciendo a pequeña escala lo que la ONU prometió hacer a gran escala y no puede cumplir: erradicar la pobreza en el mundo.
El terreno del enemigo
Podemos considerar enemigo a quien nos maltrata, nos roba, nos humilla, esclaviza y hace miserable la vida de nuestros hijos. En un mundo civilizado y regido por leyes internacionales, toda violación de los derechos humanos es denunciable y sancionable por supuesto. Sin embargo, el mundo de hoy muestra su faceta inhumana gracias a que está bajo el absoluto control y dominio de Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia y Reino Unido, que son los miembros más poderosos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Este quinteto omnipresente en cada rincón del planeta, ha desarrollado un modelo económico mundial que cada día empobrece más a los pobres y enriquece más a los ricos. El FMI es el enemigo invisible, el que fabrica enfermedades, desnutrición y guerras lejos de sus propios países. Es el FMI quien decide cuánto debemos invertir en desarrollo, educación, salud, investigación, etc… en todos los países pobres y “democráticos”. Es el responsable directo de todo este absurdo en el mundo. Sus acompañantes más fieles son el Banco Mundial (BM) que es gobernado por 8 países y la Organización Mundial del
Comercio, que es el encargado de proteger los intereses económicos de las grandes corporaciones, que entre otras cosas, permite que los autos Nissan, Ford o Mazda por ejemplo, ingresen a los países pobres y sean tratados mil veces mejor que un inmigrante pobre cuando ingresa a un país rico. Los derechos de un producto elaborado por una marca mundial está blindado gracias a la OMC, de esa manera, la marca Nike a pesar de estar envuelto en grandes escándalos como el de la explotación infantil, puede seguir funcionando hasta la próxima extinción en el planeta gracias a su poder económico y la tutela de la OMC. Sin embargo, en la frontera que separa a Medilla y Marruecos, los europeos arremeten contra los africanos que tratan de ingresar a España huyendo del hambre y la desesperanza en busca de trabajo y dignidad para sus familias. Las autoridades de la Unión Europea castigan a los negros prohibiendo su paso utilizando la fuerza, el maltrato y total vejación de sus derechos fundamentales, porque estas grandes naciones son incapaces de entender lo que es padecer la miseria.
Pero no hay muros ni vallas que puedan ocultar la realidad del planeta, y nosotros los inmigrantes somos el testimonio vivo de lo que está sucediendo ahora en nuestro mundo. No debemos permitir que la Hipocresía Global nos intimide y menosprecie, porque llevamos dentro sed de justicia que veremos saciada cuando nuestros hermanos en cada rincón de la tierra sean realmente libres y tengan acceso a la salud, educación, alimentación, etc… Cada inmigrante es un soldado del mundo que no descansará sus pasos hasta no ver las fronteras libres de trincheras. Cada inmigrante lleva inherente la paz y la protesta antes que un pasaporte visado, porque la naturaleza es incondicional con sus habitantes y sabe que el permiso de su peregrinar se lo brinda la vida y no un sello de hipócrita compasión. Somos una hermandad que tarde o temprano se unificará porque ese es nuestro destino y cuando lo hagamos, los derechos del ser humano serán realmente reivindicados.

Tuesday, February 27, 2007

Crónicas de un cautiverio

En Octubre del 2005, luego de dejar en la guardería a mi pequeño hijo de 4 años, fui intervenido por la policía a dos cuadras de mi casa porque olvidé portar el cinturón de seguridad mientras manejaba. Minutos más tarde, los oficiales pudieron comprobar que carecía de documentación para identificarme debidamente ante ellos. En el acto me llevaron detenido a la jefatura principal de la ciudad donde vivía casi 6 años. (Isesaki - Japan)
El estado japonés me demandó por el “terrible delito” de vivir sobre sus suelos sin tener visa. El primer día de mi detención, estuve rindiendo declaraciones atado de la cintura a una silla pequeña durante ocho horas aproximadamente. Fui blanco de toda sospecha, pasé por un examen toxicológico, logicamente fui fotografiado por todos los ángulos, mis huellas digitales pasaron a formar parte de la moderna base de datos de "delincuentes", mi fisonomía facial fue fichada, mi casa y mis pertenencias registradas, etc... y todo eso por atreverme a venir a una tierra donde no fui invitado.
Lo único que tenía en mente mientras contestaba por inercia las diversas preguntas de los novatos detectives, era mi familia, pues había comenzado el proceso de mi deportación. Sin embargo, trataba de demostrar (tal vez a mi mismo) que una de mis grandes virtudes es mantener firme la entereza de mi corazón, creyendo estar preparado emocionalmente para tal adversidad. Pero la realidad no tardaría en desenmascarar mis sentimientos.
Al finalizar dicho interrogatorio en la estación policial de la ciudad de Isesaki, muy bien esposado y resguardado por tres policías vestidos de civil, fui trasladado a la ciudad de Maebashi. Eran casi las 21:00 horas cuando comenzamos a alejarnos por la carretera dejando atrás esa hermosa ciudad. Al llegar subimos al tercer piso y amarrado de la cintura fui entregado al jefe de mis carcelarios (Sakata Sam). Progresivamente, la incertidumbre de mi destino y la de mi familia, me cubría con un miedo extraño, mientras el señor Sakata gritaba con voz de mando “Kiosuke” y segundos después con un tono más conciliador me explicaba que tenía que desvestirme y portar una bata para pasar por una rigurosa inspección de rutina, mi mente estaba muy lejos de ese lugar. “Los niños en casa, mi esposa...” pensaba y me angustiaba cada vez más sin poder hacer nada al respecto.
Cuando entramos al recinto donde se encuentran las celdas, el tiempo se detuvo en la primera impresión fotografiada por mi cerebro, mientras caminaba parecía estar en un laboratorio científico donde tienen en cautiverio a raras especies para someterlas a diversos experimentos y estudios. Los curiosos detenidos se levantaban a observar a su nuevo compañero acercándose a los barrotes, mientras que a mi me costaba un mundo aceptar que en pocos instantes ocuparía una de esas terroríficas celdas y mi mirada pasaría a formar parte de aquellos rostros en cuarentena.
La celda número ocho (igual que las otras once) de cuatro tatamis y paredes sucias de color crema, se encargaría de cobijar las semanas mas largas, depresivas y desoladas de mi vida.
“Niyu go ban haerimasu” tenía que entonar fuerte y claro al momento de ingresar a la celda. Esa era mi nueva identidad, el número veinticinco. Una vez dentro, un estafador y un “Furio” compañeros de celda, inclinándose levemente en un buen gesto educado y de dócil saludo inmediatamente me preguntaron el motivo de mi detención, creo que se tranquilizaron al saber que no era un descuartizador. De repente se abrió una pequeña puerta que yace al pie de los barrotes en cuyas dimensiones apenas pasaba cómodamente la cena (un bento helado) y un vaso de plástico con agua caliente.
Uno de mis compañeros, quien admitía con aires de arrepentimiento y vergüenza haber sido un estafador, me aseguraba que en la celda número seis habitaba desde hace tres meses un compatriota mío. Llegada la hora de dormir (9:00pm) los reclusos uno a uno salen de sus celdas para asearse la manos, el rostro y los dientes. Fue en ese momento que pude ver al peruano de lejos (los demás eran asiáticos, en su mayoría japoneses), y mi sorpresa fue grande al comprobar que se trataba de un viejo amigo mío. A mi abatido corazón se le sumó la triste noticia del destino que le aguardaba a aquel ingenuo compatriota… varios años de prisión.
Al apagarse las luces en mi primera noche de encierro, cuando todo estaba en un silencio total, había llegado el momento de afrontar lo que estaba sucediendo. No tuve más alternativa, admitía que todo era demasiado pesado para mi frágil corazón que siempre quiso aparentar ser estoico. Mis pensamientos se tornaron mis peores enemigos, estaba dispuesto a vender mi alma al diablo para volver a mi hogar y abrazar a mi familia, deseaba que todo fuese una horrenda pesadilla de la que podía escapar despertando, pero la realidad sacudía mi pecho y lo llenaba de angustia, rompí en el llanto más amargo de mi vida. Silencioso y profundo el dolor de impotencia, resonaba una y otra vez en mi conciencia diciéndome que no estaba preparado para tales adversidades… mi ego estaba destrozado.
Al día siguiente, aún sin resignarme traté de sobreponer mis ánimos. Luego del desayuno japonés, los reclusos salíamos en pequeños grupos a un patio de escasa dimensión, era la hora del “undo” (ejercicios). Pero lejos de lo que se entendía por “undo”, todos aprovechaban el momento para fumar un máximo de dos cigarrillos mientras tomaban aire “fresco”. Mi amigo Alfonso, el único peruano hasta ese momento, habría jurado ver un fantasma cuando reparó mi presencia en el recinto. Se sorprendió al verme y se negaba a creerlo. Me acerqué y le di unas palmaditas en su hombro, mientras el soltaba su inevitable pregunta: Qué haces tú aquí!? Teníamos un promedio de 10 minutos para conversar, y para eso sólo se nos permitía utilizar el idioma japonés. Así pasamos cinco semanas viéndonos todas las mañanas hablando de todo lo que podíamos, hasta que el día de su juicio llegó y fue trasladado a la prisión de Maebashi. En su mirada sólo se podía percibir un profundo arrepentimiento. “Prefiero estar misio, pero en libertad”, me dijo pensativo mientras fumaba añoranzas y nostálgicos recuerdos, nada era capaz de consolarlo en esos duros momentos. Los problemas que yo enfrentaba eran apenas una anécdota al lado de la abrumadora aflicción de mi querido amigo Alfonso. Si de algo sirve esta agria experiencia, es para una exhaustiva reflexión sobre nuestra actitud frente a la vida diaria. Cuánto daría Alfonso para caminar en libertad y abrazar a su pequeño hijo. Es una lástima que para apreciar la libertad en todo su esplendor tengamos que ser aprisionados.

Otras de las estrictas reglas en el centro de detención es que las visitas sólo se pueden comunicar en japonés con los detenidos, de la misma forma, las cartas, revistas y libros que podíamos redactar o leer tenían que ser en el idioma oficial nipón. Eso hacía imposible una abierta comunicación entre las familias de los extranjeros detenidos. Personalmente era insoportable para mí esta restricción, pues impedía expresar libremente mis pensamientos, opiniones y sentimientos con mis seres queridos.
Resignado a tener que digerir esta tormentosa restricción de la comunicación, me propuse a estudiar hiragana y katakana, y en una semana, con la ayuda de mis compañeros de celda pude escribir una carta muy sencilla a mi familia.
Mi esposa, que siempre se mostraba insegura ante pequeñas situaciones, a mi parecer fáciles de controlar, los primeros días se vio sumida en una terrible depresión, pero aquello sólo fue una etapa transitoria, porque estaba a punto de demostrar que era lo suficientemente capaz y valiente para dominar con creces la situación. Sus visitas diarias me aliviaban y me llenaban de esperanza, llegó a pedirme que no me sofocara pensando en qué hacer para solucionar este problema porque ella se estaba encargando de todo. Y pensar que en la primera visita a través del grueso vidrio que nos separaba, gobernada por el llanto me decía nerviosa que no sabía qué hacer.
Los días en cautiverio se aliviaron ampliamente cuando luego de una larga espera, mediante mi abogado pude recibir tres gruesos libros en español que mi esposa le había encargado.
Entre esas sucias paredes, tuve mucho tiempo para reflexionar sobre nuestro ingrato comportamiento cotidiano, aun cuando gozamos de libertad. Vivimos casi sufriendo porque de alguna u otra manera siempre queremos más de lo que ya tenemos -no estoy alentando el conformismo con esto- me refiero a que siempre menospreciamos lo que realmente vale la pena valorar. Así, me propuse a enumerar todo lo bueno que tenía en ese momento a pesar de estar detenido. Puede ver que gracias al esfuerzo de personas completamente ajenas y lejanas a mí, los centros de detenciones no eran como hace 50 años, donde la comida era pésima y el maltrato físico inevitable. Podía bañarme dos veces por semana, tenía un colchón (futon) con sábanas limpias, el alimento era balanceado (aunque desagradable pero me mantenía vivo), no pasábamos frío a pesar del invierno, podíamos lavar nuestras ropas una vez por semana y cambiarnos a diario, etc,etc…Apreciaba mi entorno y trataba de valorarlo de corazón antes de exigir algo más a la vida. Mis seres queridos gozaban de buena salud al igual que yo, y la esperanza vivía fuertemente en nuestros corazones. Mis amigos se mostraron muy solidarios y puede ver poco a poco que tenía muchas razones para ser feliz y sentirme afortunado. Hasta antes de esa reflexión estaba empeñado en la autocompasión por concentrarme tanto en el lado negativo de todo lo ocurrido, a partir de esto parecía estar dispuesto a experimentar una nueva forma de ver la vida.

Continuará....