A raíz de un indignante "impasse" que viví en una clínica de Isesaki hace unos días, pude comprobar personalmente que el teléfono para casos de "Emergencias" del Consulado Peruano en Tokio, no sirve para nada.
Fue poco después del medio día cuando hice una denuncia mediante un amigo traductor a la policía de Isesaki, sobre el secuestro de una recién nacida (mi hija), que minutos antes había sido sustraida de los brazos de su madre, por una enfermera en la Clínica Fukui de Isesaki.
Todo esto comenzó desde la mañana del miércoles 7 de Noviembre, cuando la administración de la clínica envía el recibo con la cuenta por los servicios prestados a mi esposa, luego de haber permanecido 6 días internada por consecuencia del parto.
El monto por parto normal sumaba 441 mil yenes, de los cuales contábamos apenas con 350 mil, porque era el precio que teníamos como referencia de otras personas que se habían atendido en dicha clínica anteriormente. Yukiko (mi esposa) le hizo saber a la enfermera que no disponíamos inmediatamente de la cantidad del dinero facturado; así que la enfermera sugirió llenar unos papeles y conseguir inmediatamente un garante para que firmara un acuerdo.
Hasta ahí todo en orden. Pero cuando llegué a la clínica para recoger a mi esposa e hija, me doy con la sorpresa de que a la recién nacida la habían apartado de su madre, para asegurarse de que no abandonemos el lugar sin hacer el pago correspondiente. Encontré entre lágrimas disimuladas a mi esposa, exponiéndome sus sospechas. Traté de calmarla y le dije que seguramente se han llevado a la bebe por alguna rutina médica.
Mientras esperabamos a la persona que sería nuestra garante, decidimos pedirle a la enfermera que por favor nos traiga a la bebe, ya que se escuchaban llantos, y como toda madre, Yukiko quería asegurarse de que todo esté bien con su hija. La enfermera nos preguntó si ya habíamos cancelado la cuenta, y luego de saber que todavía estabamos esperando a nuestra garante para que firme el formulario, nos dijo explicitamente: "Si no han pagado la cuenta, no puedo sacar a su hija... Pero no se preocupen, porque ya le dimos su leche". Lo dijo con una "agradable" sonrisa mal dibujada en el rostro, como si no supiera que con esas palabras, estaba declarando abiertamente que nuestra recién nacida hija, había sido secuestrada.
Profundamente indignado, traté de disimular para no poner nerviosa a mi esposa y le dije que se sentara mientras hacía unas llamadas telefónicas. Marqué el número de un amigo traductor para explicarle lo sucedido e hiciera la denuncia correspondiente a la policía de Isesaki. Sin embago, a la policía japonesa, que agudiza sus sentidos al ver caminar un extranjero tranquilamente por la calle, le pareció que retener a una persona de 6 días de edad como garantía de pago no era un asunto policíaco. Asi que la denuncia no fue aceptada.
Mientras todo esto sucedió, nuestra garante había llenado y firmado el formulario, y estábamos listos para pagar, hacer el arreglo administrativo y largarnos a nuestro hogar como si nada hubiera sucedido. O sea, la típica situación a la que nos vemos expuestos, cuando nuestros derechos son violentados. Simplemente le damos vuelta a la página y una nueva raya más al "tigre sin autoestima", que ha viajado tan lejos fuera de su patria para seguir siendo pisoteado.
Pero no podía permitir que esta actitud quedase impune. Tenía la seguridad de que existía una entidad que podía recoger mi demanda y ayudarme a combatir esta agresión delicuencial. Llamé al teléfono de emergencias del Consulado Peruano en Tokio, y más o menos, esta fue la conversación:
-Aló? (la persona que atiende no se identificó)
-Si, con el Consulado peruano?
-Si señor.
-Señorita, estoy en estos momentos afuera de una clínica de maternidad. Vine a recoger a mi esposa y a mi hija recién nacida....
-Señor -me interrumpió muy incomodada mi interlocutora- por favor llame al número de la oficina del Consulado, este número es sólo para emergencias.
-Pero, ¡esto es una emergencia! ¡Ud. mal ha empezado a escucharme y ya me quiere colgar!
-A ver..., dígame de qué se trata... (creo que le estaba interrumpiendo su almuerzo)
-Bla, bla, bla,... ¡y esto practicamente es un secuestro!!!
-Claro, es que seguramente piensan que Ud. no va a pagar.... (lo dijo con naturalidad, más serena, como ayudándole a entender algo obvio, a un retardado)
-¡¡¡Qué!!!... está Ud. justificando esta actitud?
-No, yo no estoy justificando lo ocurrido. Por favor dícteme su nombre, su número de teléfono, yo inmediatamente me comunicaré con el Consulado y le devolverán la llamada.
-Bla,bla,bla... espero su llamada entonces. Muchas gracias.
Si hubiera decidido esperar dicha llamada, hasta ahora estaría fuera de la clínica (4 días después). Con eso deduzco que para la oficina consular, la dignidad y la integridad de sus compatriotas son temas que se podrán resolver algún día, en algún lejano lugar, tal vez dentro de un abstracto sueño idealista de aquellos que se han creído el cuento, que porque decretaron el "Día de los peruanos en el exterior" se van a resolver nuestros problemas.
Qué ingenuidad la mía, luego de escuchar al gran invitado de la Convención Ántero Flores Aráoz decir: "Los peruanos les exigen mucho a sus consulados. Están acostumbrados a pedir mucho, y no hacen nada por resolver los problemas de su país". (para eso viene a Japón este tío?)
El señor Ántero en su discurso parecía hacerle la competencia a Melcochita y a Cantinflas, porque soltaba un chiste mientras no se dejaba entender con tantas palabras cruzadas. Y entre frases y muecas, dijo algo asi: "Además qué tanto reclaman, si Uds. no están aquí por el Perú. Están acá por sus familias, porque no envían dinero a un prójimo, sino a sus familias".
Luego, yo me pregunto: Con qué dinero viajó, se hospedó y comió el señor Antero Flores Aráoz durante su "valiosa" visita por estos lares?. Es más: Con qué dinero se financió la excluyente recepción de la Convención a la que sólo pudieron asistir unos cuantos afortunados, gracias a la invitación personal del Cónsul?. Es una pregunta que nadie saldrá a responder, por supuesto.
Terminando la historia...
Tal vez la persona que atendió el teléfono de emergencia del Consulado, se sintió inspirada por las "sabias" palabras del señor Ántero, y lógicamente, le pareció oportuno mostrarse tan ajena y carecer de empatía con un "quejón" como yo. "Estás acostumbrado a pedir y pedir, y no haces nada por resolver los problemas de tu país", seguramente pensaba en voz baja la señorita Ana María, mientras me escuchaba.
Llamé al día siguiente para saber qué había sucedido con mi demanda, y su respuesta fue:
- Señor... Yo hice presente su encargo, a la cónsul adscrita.
- Pero nadie me ha llamado hasta ahora.
- Bueno... yo no puedo resolver su problema señor- Yo ya hice mi trabajo.
- Podría decirme su nombre porfavor.
- Ana María.
- Gracias por su ayuda.
Ahora me quedo pensando...¿No será que me equivoqué de número y llamé al Consulado de un país enemigo?.¿Por qué será que la oficina consular peruana en Japón, atiende las llamadas de compatriotas con tanta cólera y asco?... (y esto que si tienes suerte, una de cada 50 llamadas es atendida).
Para concluir con la historia de miércoles... Perdón... del día miércoles 7 de noviembre, tengo que confesar que al final opté por hacer una última llamada antes de ingresar a la clínica y resolver el problema administrativo. Llamé al semanario "International Press", para contarles los detalles de la historia. A pesar que en otros artículos hice unas observaciones muy críticas a este semanario, me pareció oportuno dejar pruebas y constancia de lo sucedido. El señor Luis Alvarez atendió mi llamada con mucha cordialidad y solidaridad, prácticamente identificándose con el caso, lo cual agradezco mucho. Lamentablemente no se publicó nada al respecto en dicho semanario al día seguiente.
Reflexión final
Recuerdo al "ilustre" Ántero Flores Aráoz hablando sobre la importancia de la IDENTIDAD del Ser Humano (luego de declarar que somos unos quejones). Habría que decirle a este señor, que la única identidad a la que podemos aspirar,al paso que vamos, es la de unos arrastrados malparidos que no merecen la más mínima atención de sus "autoridades".
Hace un año atrás aproximadamente en la oficina consular, un peruanito de 1 año de edad se hizo la caca en su pañal mal puesto, y dejó caer esta olorosa sustancia por todo el recinto. Los padres de esta elocuente criatura fueron satanizados, y el señor Hector Matallana puso el grito en el cielo. No será que ese niño también fue secuestrado en una clínica y nadie acudió a su llamado de auxilio?
Fue poco después del medio día cuando hice una denuncia mediante un amigo traductor a la policía de Isesaki, sobre el secuestro de una recién nacida (mi hija), que minutos antes había sido sustraida de los brazos de su madre, por una enfermera en la Clínica Fukui de Isesaki.
Todo esto comenzó desde la mañana del miércoles 7 de Noviembre, cuando la administración de la clínica envía el recibo con la cuenta por los servicios prestados a mi esposa, luego de haber permanecido 6 días internada por consecuencia del parto.
El monto por parto normal sumaba 441 mil yenes, de los cuales contábamos apenas con 350 mil, porque era el precio que teníamos como referencia de otras personas que se habían atendido en dicha clínica anteriormente. Yukiko (mi esposa) le hizo saber a la enfermera que no disponíamos inmediatamente de la cantidad del dinero facturado; así que la enfermera sugirió llenar unos papeles y conseguir inmediatamente un garante para que firmara un acuerdo.
Hasta ahí todo en orden. Pero cuando llegué a la clínica para recoger a mi esposa e hija, me doy con la sorpresa de que a la recién nacida la habían apartado de su madre, para asegurarse de que no abandonemos el lugar sin hacer el pago correspondiente. Encontré entre lágrimas disimuladas a mi esposa, exponiéndome sus sospechas. Traté de calmarla y le dije que seguramente se han llevado a la bebe por alguna rutina médica.
Mientras esperabamos a la persona que sería nuestra garante, decidimos pedirle a la enfermera que por favor nos traiga a la bebe, ya que se escuchaban llantos, y como toda madre, Yukiko quería asegurarse de que todo esté bien con su hija. La enfermera nos preguntó si ya habíamos cancelado la cuenta, y luego de saber que todavía estabamos esperando a nuestra garante para que firme el formulario, nos dijo explicitamente: "Si no han pagado la cuenta, no puedo sacar a su hija... Pero no se preocupen, porque ya le dimos su leche". Lo dijo con una "agradable" sonrisa mal dibujada en el rostro, como si no supiera que con esas palabras, estaba declarando abiertamente que nuestra recién nacida hija, había sido secuestrada.
Profundamente indignado, traté de disimular para no poner nerviosa a mi esposa y le dije que se sentara mientras hacía unas llamadas telefónicas. Marqué el número de un amigo traductor para explicarle lo sucedido e hiciera la denuncia correspondiente a la policía de Isesaki. Sin embago, a la policía japonesa, que agudiza sus sentidos al ver caminar un extranjero tranquilamente por la calle, le pareció que retener a una persona de 6 días de edad como garantía de pago no era un asunto policíaco. Asi que la denuncia no fue aceptada.
Mientras todo esto sucedió, nuestra garante había llenado y firmado el formulario, y estábamos listos para pagar, hacer el arreglo administrativo y largarnos a nuestro hogar como si nada hubiera sucedido. O sea, la típica situación a la que nos vemos expuestos, cuando nuestros derechos son violentados. Simplemente le damos vuelta a la página y una nueva raya más al "tigre sin autoestima", que ha viajado tan lejos fuera de su patria para seguir siendo pisoteado.
Pero no podía permitir que esta actitud quedase impune. Tenía la seguridad de que existía una entidad que podía recoger mi demanda y ayudarme a combatir esta agresión delicuencial. Llamé al teléfono de emergencias del Consulado Peruano en Tokio, y más o menos, esta fue la conversación:
-Aló? (la persona que atiende no se identificó)
-Si, con el Consulado peruano?
-Si señor.
-Señorita, estoy en estos momentos afuera de una clínica de maternidad. Vine a recoger a mi esposa y a mi hija recién nacida....
-Señor -me interrumpió muy incomodada mi interlocutora- por favor llame al número de la oficina del Consulado, este número es sólo para emergencias.
-Pero, ¡esto es una emergencia! ¡Ud. mal ha empezado a escucharme y ya me quiere colgar!
-A ver..., dígame de qué se trata... (creo que le estaba interrumpiendo su almuerzo)
-Bla, bla, bla,... ¡y esto practicamente es un secuestro!!!
-Claro, es que seguramente piensan que Ud. no va a pagar.... (lo dijo con naturalidad, más serena, como ayudándole a entender algo obvio, a un retardado)
-¡¡¡Qué!!!... está Ud. justificando esta actitud?
-No, yo no estoy justificando lo ocurrido. Por favor dícteme su nombre, su número de teléfono, yo inmediatamente me comunicaré con el Consulado y le devolverán la llamada.
-Bla,bla,bla... espero su llamada entonces. Muchas gracias.
Si hubiera decidido esperar dicha llamada, hasta ahora estaría fuera de la clínica (4 días después). Con eso deduzco que para la oficina consular, la dignidad y la integridad de sus compatriotas son temas que se podrán resolver algún día, en algún lejano lugar, tal vez dentro de un abstracto sueño idealista de aquellos que se han creído el cuento, que porque decretaron el "Día de los peruanos en el exterior" se van a resolver nuestros problemas.
Qué ingenuidad la mía, luego de escuchar al gran invitado de la Convención Ántero Flores Aráoz decir: "Los peruanos les exigen mucho a sus consulados. Están acostumbrados a pedir mucho, y no hacen nada por resolver los problemas de su país". (para eso viene a Japón este tío?)
El señor Ántero en su discurso parecía hacerle la competencia a Melcochita y a Cantinflas, porque soltaba un chiste mientras no se dejaba entender con tantas palabras cruzadas. Y entre frases y muecas, dijo algo asi: "Además qué tanto reclaman, si Uds. no están aquí por el Perú. Están acá por sus familias, porque no envían dinero a un prójimo, sino a sus familias".
Luego, yo me pregunto: Con qué dinero viajó, se hospedó y comió el señor Antero Flores Aráoz durante su "valiosa" visita por estos lares?. Es más: Con qué dinero se financió la excluyente recepción de la Convención a la que sólo pudieron asistir unos cuantos afortunados, gracias a la invitación personal del Cónsul?. Es una pregunta que nadie saldrá a responder, por supuesto.
Terminando la historia...
Tal vez la persona que atendió el teléfono de emergencia del Consulado, se sintió inspirada por las "sabias" palabras del señor Ántero, y lógicamente, le pareció oportuno mostrarse tan ajena y carecer de empatía con un "quejón" como yo. "Estás acostumbrado a pedir y pedir, y no haces nada por resolver los problemas de tu país", seguramente pensaba en voz baja la señorita Ana María, mientras me escuchaba.
Llamé al día siguiente para saber qué había sucedido con mi demanda, y su respuesta fue:
- Señor... Yo hice presente su encargo, a la cónsul adscrita.
- Pero nadie me ha llamado hasta ahora.
- Bueno... yo no puedo resolver su problema señor- Yo ya hice mi trabajo.
- Podría decirme su nombre porfavor.
- Ana María.
- Gracias por su ayuda.
Ahora me quedo pensando...¿No será que me equivoqué de número y llamé al Consulado de un país enemigo?.¿Por qué será que la oficina consular peruana en Japón, atiende las llamadas de compatriotas con tanta cólera y asco?... (y esto que si tienes suerte, una de cada 50 llamadas es atendida).
Para concluir con la historia de miércoles... Perdón... del día miércoles 7 de noviembre, tengo que confesar que al final opté por hacer una última llamada antes de ingresar a la clínica y resolver el problema administrativo. Llamé al semanario "International Press", para contarles los detalles de la historia. A pesar que en otros artículos hice unas observaciones muy críticas a este semanario, me pareció oportuno dejar pruebas y constancia de lo sucedido. El señor Luis Alvarez atendió mi llamada con mucha cordialidad y solidaridad, prácticamente identificándose con el caso, lo cual agradezco mucho. Lamentablemente no se publicó nada al respecto en dicho semanario al día seguiente.
Reflexión final
Recuerdo al "ilustre" Ántero Flores Aráoz hablando sobre la importancia de la IDENTIDAD del Ser Humano (luego de declarar que somos unos quejones). Habría que decirle a este señor, que la única identidad a la que podemos aspirar,al paso que vamos, es la de unos arrastrados malparidos que no merecen la más mínima atención de sus "autoridades".
Hace un año atrás aproximadamente en la oficina consular, un peruanito de 1 año de edad se hizo la caca en su pañal mal puesto, y dejó caer esta olorosa sustancia por todo el recinto. Los padres de esta elocuente criatura fueron satanizados, y el señor Hector Matallana puso el grito en el cielo. No será que ese niño también fue secuestrado en una clínica y nadie acudió a su llamado de auxilio?
1 comment:
Hola Yofre,
Muy lamentable lo que tuviste que vivir aqui en Japon. Y lo mas triste es que tampoco el consulado de tu pais supo atenderte.
Muchas veces me he sentido asi como tu, pero hay que sacar fuerzas y seguir adelante.
Muchos saludos,
Elga
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