El jueves pasado (18 de Oct.) viajé a Tokio en tren a visitar a uno de mis mejores amigos. Mi destino era precisamente Shinagawa, donde se ubica el muy conocido edificio de la policía de Inmigraciones. Asi es, mi buen amigo era un "ilegal", se me olvidó pedirle sus documentos antes de entablar una amistad con él. ¡Qué dificil está la situación ahora, ya no se puede confiar en los que podrían llegar a ser tus mejores amigos!
La falta de visa lo descalificó.
-¿Y era un buen trabajador?
-¡Si señor!
-¿Es honrado y respetuoso?
-Si señor, ¡es más, es honorable!
-¿Y tenía visa?
-No
-Entonces ¡que se joda!, y le damos vuelta a la página.
Asi es, el orden mundial actual descalifica a las personas por una simple falta administrativa como lo es el no tener un sello en el pasaporte. Acá en Japón a eso se le llama delito, o soberanía nacional. Sin embargo, si fuiste un presidente ladrón y genocida, traidor y cobarde, no sólo te dan instantaneamente la visa, ¿para qué? ¡¡¡si más rápido te sale la nacionalidad!!!
-¡Qué maravilla!
-¡¡¡Vamos a violar los Derechos Humanos!!!
Sarcasmos aparte, creo que desde cierto punto de vista me alegro que las personas como mi buen amigo Jesús regresen a su patria, ellos no merecen vivir con este ridículo estigma en el corazón. He sido testigo, como muchos, de todas las barbaridades que sufren los "ilegales" en este país. Viven prácticamente escondidos y estresados, como ratas que no son, muchas veces han sido perseguidos y humillados mientras que los que tenemos mejor suerte apenas miramos y, como mudos que no somos, vergonzosamente callamos.
Volviendo al viaje en tren que realicé hacia Shinagawa, antes de llegar a dicho destino tuve que hacer una escala obligatoria en la estación de Ueno para el cambio de tren, mientras caminaba entre la multitud nipona un personaje con pinta de aprendiz mafioso me enseña una placa aparentemente policial, como era la primera vez que pasaba por esa experiencia, creí que me quería vender algo. Pero lo primero que entendí es que querían que le muestre mi identificación para verificar que no soy un indeseado.... ¡¡¡ ¿ qué ? !!! sorprendido e indignado me negué a mostrarle apenas mi gesto de repudio.
-Quieres verificar que no soy un delincuente mirando mis documentos?
-Si! porque tu cara parece la de un arrastrado tercermundista que viene a mendigar trabajo que no mereces. (eso creí entender, porque no hablo japonés)
-Osea que soy sospechoso por mi rostro cholo?
-¡Si!, además porque hay una ley japonesa que dice que todos tienen que llevar su identificación cuando salen por la calle, y encima están obligados a mostrarle a la policía cuando ellos lo requieran.
-¡Pero eso es una ley para todos! acá hay miles de personas... ¿por qué a mi?
-¡Porque eres extranjero! y ni siquiera eres europeo o americano, ¿cómo quieres que te tratemos bien?.
-Bueno señor, disculpe mi existencia, aquí está mi documento.
-Sumimasen deshita!
Asi cumple su "loable servicio" la policía japonesa por las calles de Tokio. Eso es discriminación. Y tenemos la obligación de denunciar este acto delictivo a nuestras autoridades. El señor Cónsul Edgar Sánchez Gómez tiene que estar enterado de esta situación y algo se tiene que hacer al respecto.
La libre circulación es un derecho fundamental, las personas no pueden ser intervenidas por su condición racial, ni demostrar su inocencia cuando tranquilamente caminan por la calle. Señores del gobierno japonés, en el Perú nadie detiene un carro de marca nipona porque es sospechoso de genocidio como lo es Alberto Fujimori. Respetos guardan respetos, y cuando esto no sucede, pues debemos utilizar las vías legales para hacernos respetar.
Hay que recuperar la dignidad. Tenemos que denunciar toda intervención policial discriminatoria. Sabemos que muchas casas son allanadas sin permiso judicial porque se sospechan que viven ilegales. Muchos cuentan historias, tal vez ciertas o infladas, el problema es que no se pueden probar y eso convierte al delito en apenas una noticia estéril.
Todos tenemos un celular a la mano donde redactamos e-mail y fotografiamos a Fujimori cuando apareció sorpresivamente en el consulado, hasta lo utilizamos en una ocasión para denunciar a Uribe cuando se fue a rumbear.
Cuáles son nuestras prioridades como inmigrantes y como humanos? El futbol? El chisme? El miedo a represalias?... Hasta cuándo vamos a esperar que otros resuelvan nuestros problemas?. Salgamos a pasear a Tokio con libertad y sin miedo, filmemos los abusos para mostrarle a la opinión pública lo que nos sucede. No somos ratas para escondernos amedrentados del raticida policial, no dejemos que nos dividan las reflexiones hipócritas como: ¿quién tiene derecho a trabajar acá y quién no?!...
Todos hemos venido en busca de una mejor vida. Algunos con mejor educación que otros, con mejores modales que otros, pero al final de cuentas pertenecemos a la misma familia.
Muy bien amigo Jesús, el Perú te espera y está agradecido por el gran esfuerzo que hiciste partiendo de tu tierra querida por el bienestar de tu familia. Regresa con la frente en alto como todos queremos regresar algún día.
¡Un fuerte abrazo!