Wednesday, March 21, 2007

Indocumentados: Lucha por la igualdad

Es irónico que los inmigrantes indocumentados en Japón, que llevan varios años coleccionando las peores experiencias de abusos laborales y maltratos sociales, sean los que mejor beneficien a un gran sector empresarial que enriquece su patrimonio explotando las necesidades de estos.

Los trabajos más pesados y sucios en las fábricas siempre son destinados a los inmigrantes. Sin embargo, existen labores que nadie quiere realizar por ser demasiado fuertes o tóxicos, y es ahí donde el ilegal encuentra un refugio a pesar de las precarias condiciones en las que se les ofrece.

La mano de obra barata es el sueño que ven cumplido las grandes empresas trasnacionales gracias a la migración de millones de individuos tercermundistas. Los gobiernos saben perfectamente que el inmigrante es vital para el desarrollo de su economía, y que los ilegales cumplen un papel fundamental en este sucio juego donde el que lleva la peor parte siempre es el indocumentado.

Lo que debemos tener presente a toda hora, es que un individuo a pesar de estar indocumentado lleva inherente en su propia existencia sus derechos fundamentales, independientemente del lugar donde se encuentre. El no poseer un sello en el pasaporte no convierte a las personas en animales o entidades fantasmas que carecen de derechos que deben de ser respetados por todos. Sin embargo muchos hemos sido testigos de cómo las propias autoridades ejercen el maltrato y la discriminación sistemáticamente, intimidando con actos agresivos a todo aquel que tiene rostro tercermundista. Actos de hipocresía descomunal promovidas por intereses empresariales o electorales perpetran persecuciones y caserías de personas indocumentadas a vista y paciencia de una sociedad llena de indiferencia y perjuicios contra todo lo que se ve diferente. Todos ganan con los indocumentados, los contratistas, las fábricas, el gobierno, la policía, la mafia organizada, los abogados, las oficinas consulares, y un largo etcétera. Pero cuando llega la temporada de casería, el ilegal se encuentra solo y desprotegido, huye por los arrozales como culebra, por los drenajes como rata, por los techos y ventanas como delincuente, cambia de forma y se mimetiza instantáneamente para no ser visto, pero al final es denigrantemente capturado mientras que la mafia al otro lado de esta isla desembarca un nuevo lote de indocumentados para reemplazar a los desdichados.
En el proceso de deportación, la policía de inmigraciones no pone el más mínimo empeño en investigar a fondo las organizaciones que trafican con ilegales, el gobierno no investiga a los contratistas ni a las fábricas que contratan ilegales ni mucho menos las sancionan ejemplarmente, evidenciando con esto una especie de “Hipocresía de Estado” respecto a este tema.

Es una época difícil en donde el individuo con mano de obra no calificada, compite no sólo contra las máquinas robotizadas que producen a una velocidad imposible de igualar, sino que también tiene que hacer frente a la reducción de salarios, beneficios y diversos derechos laborales. Más horas de trabajo por menos salario, mientras el costo de vida sube y nadie tiene tiempo de reclamar sus derechos perdidos. Los medios de comunicación se vuelven los voceros de consumismo y entretienen con noticias absurdas aletargando el pensamiento de la colectividad para obtener diversos privilegios de los poderosos, incluso critican y menosprecian a las personas que hacen uso de su libertad de expresión en los diversos foros de internet o blogs personales, puesto que ellos sueñan con mundo sumiso y de pensamiento único fácil de manipular y explotar. Los dueños de estos medios de comunicación podrían estar presos purgando condena según Marco Aurelio De Negri que dice: “Embrutecer debería de ser un delito”.

El inmigrante bien informado y organizado puede obtener grandes logros rompiendo el silencio, compartiendo experiencias y denunciando cada maltrato por pequeño e insignificante que parezca. El consulado tiene entre sus funciones proteger los derechos fundamentales de sus ciudadanos en el país que se encuentren. Sin embargo son escasas las quejas o denuncias formalizadas en las oficinas consulares. Esto se debe a diversos motivos entre los cuales pueden destacar más la falta de tiempo, la poca confianza que se le tiene a esta entidad pública, y sobre todo a la ausencia de información al respecto. La mayoría piensa que el consulado existe solo para trámites y legalización de documentos, pero esto no es así. Lamentablemente nadie se esmera en divulgar y resaltar la importancia de mantener una fluida relación con nuestros consulados para exigirles que hagan respetar nuestros derechos como individuos, entre otras cosas, porque si la ciudadanía no actúa nuestras autoridades mucho menos.

Es ridículo hasta el espanto que por el hecho de no tener visa en Japón, una persona no tenga acceso a la salud, a la educación, y a un trabajo digno. Esto desobedece abiertamente la Declaración Universal de Los Derechos Humanos. Es un escándalo que esto suceda en un país que se ufana de su poderío económico, pero que no se avergüenza de su carencia de principios y de prioridades humanitarias.

En los Estados Unidos los inmigrantes han sabido conquistar muchos derechos independientemente de su visado. En varios estados un inmigrante ilegal puede tener licencia de conducir, seguro médico de salud, educación en universidades públicas, además, ser un ilegal en EEUU no es un delito, y con todos estos logros obtenidos los inmigrantes siguen luchando por mejores condiciones laborales, etc.

Estar divididos por diversos motivos es lo que nos hace débiles a los inmigrantes. Creer que existe una diferencia entre legales e ilegales equivale a pensar que algunas personas tienen más derecho que otras a un trabajo digno y a un trato humano. Es tiempo de consolidar una sola fuerza que nos permita ver más allá de las banales diferencias. Un demócrata Norte Americano dijo:"La libertad sin igualdad es una hermosa palabra de claros acentos pero de escuálidos resultados." Luchar por la igualdad es una tarea de todos.

Monday, March 12, 2007

La valla de la vergüenza

Documental de La Plataforma sobre la valla de Ceuta y Melilla, que intentan superar miles de personas, poniendo sus vidas en serio peligro, en busca de una vida mejor.

Sunday, March 11, 2007

Real Academia de la Hipocresía

Si buscamos la palabra “inmigrante” en el diccionario de la Real Academia de la Hipocresía Global (RAHIG), nos encontraremos con un espejo mágico cuya virtud es la de reflejar una realidad opuesta al sentido común. Esta venenosa ilusión muerde nuestra conciencia colectiva, de tal manera que nos hace vivir dentro de aquel macabro reflejo que miente sin ningún remordimiento y nos llena de conceptos erróneos, para vivir un camino pesado de culpas y vergüenzas que no deberíamos cargar.
Según la RAHIG, ser inmigrante es sinónimo de inferioridad, de retraso, de ineptitud, de fracaso, sospechoso de terrorismo o un potencial enemigo público en cualquiera de sus formas. Además también servimos para ser maltratados y humillados según se presenten las oportunidades. El mundo se ha infestado de inmigrantes, de tal manera que combatir la delincuencia, es ahora enarbolar la bandera contra los indeseados extranjeros tercermundistas que han salido de sus miserables tierras a invadir naciones ajenas. En pocas palabras los inmigrantes somos la lacra del mundo. Este diccionario de la globalización ha manchado nuestros rostros y nos han convertido en mercancía barata que se auto-discrimina gracias a estos conceptos falaces que van carcomiendo nuestras mentes. En el terreno de nuestro peregrinar encontramos todo tipo de depredadores al acecho que no sienten la necesidad de camuflarse para devorar nuestra dignidad, ya que cada vez reclamamos menos nuestros derechos y nos sometemos a los diversos abusos legales o laborales, siempre temerosos, dispersos y sumisos.Es cierto que estamos perdiendo la batalla gracias a nuestra inacción.
Es cierto que es difícil nadar contra la corriente y romper tantas quimeras insertadas en nuestra conciencia. Es cierto y triste, que sin ser ciegos vivimos en la oscuridad de nuestro pesimismo y no nos atrevemos a caminar erguidos con la dignidad bien puesta. Es triste la realidad, tal vez por eso nos aferramos tanto a la mentira y la banalidad…
A pesar de todo, hay un mundo nuevo que nos espera con los brazos abiertos para felicitar nuestro coraje de despertar y afrontar la realidad, un mundo cuyas puertas se abrirán cuando nos atrevamos a conquistar nuestros derechos como seres humanos, un mundo donde no exista la Real Academia de la Hipocresía y el inmigrante sea tratado con amor y respeto. Pero ese día no llegará si callamos. Hoy es cuando debemos exigir y demandar que nuestros derechos sean respetados. La realidad del inmigrante en todo el mundo es dura y conmovedora. La miseria y la falta de oportunidades que sufren nuestros países, las cuales han sido sembradas por las grandes trasnacionales y la ambición asesina y desmesurada de un grupo de poderosos, nos han obligado a millones de personas a dejar hogares, tierras, seres queridos, etc… La injusticia nos ha convertido en forasteros sospechosos e indeseados, pero debemos aclarar que todo esto tiene un origen que podemos resumir fácilmente y demuestra que los inmigrantes no somos inferiores, ni mucho menos fracasados. Los inmigrantes hemos salido al terreno del enemigo a hacerle frente, a infiltrarnos en su economía y enviar pequeñas riquezas a nuestros países, estamos haciendo a pequeña escala lo que la ONU prometió hacer a gran escala y no puede cumplir: erradicar la pobreza en el mundo.
El terreno del enemigo
Podemos considerar enemigo a quien nos maltrata, nos roba, nos humilla, esclaviza y hace miserable la vida de nuestros hijos. En un mundo civilizado y regido por leyes internacionales, toda violación de los derechos humanos es denunciable y sancionable por supuesto. Sin embargo, el mundo de hoy muestra su faceta inhumana gracias a que está bajo el absoluto control y dominio de Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia y Reino Unido, que son los miembros más poderosos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Este quinteto omnipresente en cada rincón del planeta, ha desarrollado un modelo económico mundial que cada día empobrece más a los pobres y enriquece más a los ricos. El FMI es el enemigo invisible, el que fabrica enfermedades, desnutrición y guerras lejos de sus propios países. Es el FMI quien decide cuánto debemos invertir en desarrollo, educación, salud, investigación, etc… en todos los países pobres y “democráticos”. Es el responsable directo de todo este absurdo en el mundo. Sus acompañantes más fieles son el Banco Mundial (BM) que es gobernado por 8 países y la Organización Mundial del
Comercio, que es el encargado de proteger los intereses económicos de las grandes corporaciones, que entre otras cosas, permite que los autos Nissan, Ford o Mazda por ejemplo, ingresen a los países pobres y sean tratados mil veces mejor que un inmigrante pobre cuando ingresa a un país rico. Los derechos de un producto elaborado por una marca mundial está blindado gracias a la OMC, de esa manera, la marca Nike a pesar de estar envuelto en grandes escándalos como el de la explotación infantil, puede seguir funcionando hasta la próxima extinción en el planeta gracias a su poder económico y la tutela de la OMC. Sin embargo, en la frontera que separa a Medilla y Marruecos, los europeos arremeten contra los africanos que tratan de ingresar a España huyendo del hambre y la desesperanza en busca de trabajo y dignidad para sus familias. Las autoridades de la Unión Europea castigan a los negros prohibiendo su paso utilizando la fuerza, el maltrato y total vejación de sus derechos fundamentales, porque estas grandes naciones son incapaces de entender lo que es padecer la miseria.
Pero no hay muros ni vallas que puedan ocultar la realidad del planeta, y nosotros los inmigrantes somos el testimonio vivo de lo que está sucediendo ahora en nuestro mundo. No debemos permitir que la Hipocresía Global nos intimide y menosprecie, porque llevamos dentro sed de justicia que veremos saciada cuando nuestros hermanos en cada rincón de la tierra sean realmente libres y tengan acceso a la salud, educación, alimentación, etc… Cada inmigrante es un soldado del mundo que no descansará sus pasos hasta no ver las fronteras libres de trincheras. Cada inmigrante lleva inherente la paz y la protesta antes que un pasaporte visado, porque la naturaleza es incondicional con sus habitantes y sabe que el permiso de su peregrinar se lo brinda la vida y no un sello de hipócrita compasión. Somos una hermandad que tarde o temprano se unificará porque ese es nuestro destino y cuando lo hagamos, los derechos del ser humano serán realmente reivindicados.